El plan redentor de Dios es el tema central de toda la Biblia, desde el libro de Génesis al de Apocalipsis. Aunque este plan comienza con los individuos, es más comprehensivo y maravilloso: se extiende a la sanidad y la transformación de naciones y culturas enteras, combate la injusticia, la pobreza y la corrupción, y abarca todos los ámbitos de la sociedad, desde el comercio y las artes hasta el gobierno.
¿Será la Iglesia de nuestra generación fiel al mandato de Jesús de hacer discípulos de todas las naciones para dar cumplimiento pleno a su propósito? ¿Se extenderán las bendiciones de Dios – prometidas a Abraham hace cuatro mil años – a las naciones contemporáneas? Para que esto ocurra, debemos recuperar un entendimiento global del plan singular de Dios para las naciones, plan que ha de provocar un cambio profundo en nuestras vidas.