La importante diferencia entre escuela y educación

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¿Cuál es la diferencia entre escuela y educación?

Al momento de pensar en la universidad, lo que muchos jóvenes necesitan entender es que no es lo mismo ir a la escuela que educarse.

A su vez, muchos padres necesitan sopesar si la escolarización de sus hijos está interponiéndose en su educación porque, en efecto, la escuela puede resultar un obstáculo.

Hace unos años, en la sede suiza de la comunidad L’Abri, escuché a Francis Schaeffer decir: «No permita que la escolarización de sus hijos interfiera en su educación».

De hecho, esta frase no es una expresión original de Schaeffer. Muchos la han atribuido al novelista estadounidense Mark Twain, pero en realidad se remonta hasta el año 1894, cuando el novelista y escritor científico Grant Allen publicó su libro Post-Prandial Philosophy [Filosofía posprandial]:

Un año en Italia con los ojos abiertos vale más que tres años en Oxford; y seis meses en los campos con una lente de aumento platiscópico [es decir, con un campo de visión amplio y plano] les enseñaría cosas más extrañas sobre el mundo circundante que las que una larga estadía en Harrow y Winchester pudiera develarles. Sin embargo, eso implicaría algunas molestias para el profesor.

¡Qué infortunio es que se nos obligue a dejar que la escolarización de nuestros hijos interfiera en su educación! [énfasis añadido]

No exagero al decir que el comentario de Schaeffer me dejó anonadado. Yo había completado muchos años de estudio en la escuela (estudios primarios y secundarios, seguidos por la universidad) y luego había emprendido un estudio de posgrado (léase seminario). No obstante, en un solo año de seminario, mi vida espiritual quedó consumida ante el cansancio. El comentario de Schaeffer sobre la diferencia entre escolarización y educación inició en mí un proceso que transformó mi concepto del aprendizaje.

Escuela versus educación: una formulación precisa de la problemática

¿Qué quiso decir Schaeffer? Él trazó una distinción entre los estudios formales y la educación. Yo tuve una escolarización. De hecho, fui a la escuela por mucho más tiempo que la mayoría de las personas del mundo y por más tiempo que muchos de mis compatriotas estadounidenses. Había dedicado tiempo a las clases, pero no había recibido una educación.

Reflexionar sobre este tema me permitió extraer una serie de conclusiones, todas bajo el encabezado de escuela versus educación.

En primer lugar, a pesar de que de niño solía tener una insaciable cantidad de preguntas, al crecer deje de preguntar. Mis estudios formales no fomentaron el desarrollo de una mente inquisitiva, ni el pensamiento crítico, ni la creatividad. Por el contrario, aprendí a memorizar y regurgitar lo que el maestro me enseñaba. Mis estudios trataron de hechos y cifras, y no del entendimiento y la formación moral.

En segundo lugar, caí en cuenta de que no sabía cómo pensar. ¡Jamás había tenido un pensamiento original! Crecí leyendo libros de historietas (imágenes acompañadas de pocas palabras). Hoy en día, muchos niños crecen bajo la tutela de los videojuegos y la televisión (aun más imágenes y menos palabras).

Arribé a mi tercera conclusión en L’Abri mientras leía por primera vez Las crónicas de Narnia de C. S. Lewis. De pronto tuve la clara sensación de que no había vivido hasta ese momento.

En cuarto lugar, descubrí que había aprendido más en dos meses de trabajo y estudios informales en la comunidad L’Abri que en nueve meses de educación formal del seminario.

La educación lleva toda una vida

A veces, la escuela y la educación van de la mano; pero muchas veces son opuestas.

  • Yo tuve una escolaridad muy amplia, pero no recibí mucha educación. Finalmente entendí el concepto neotestamentario de arrepentimiento —metanoia—, un cambio de mentalidad drástico. Me arrepentí comprendiendo que mi mente necesitaba nacer de nuevo, lo que me condujo a adoptar varias convicciones más.
  • Necesitaba ser un aprendiz de toda la vida. Necesitaba aprender de todas mis experiencias de vida; aprovechar más las oportunidades de viajar, conocer personas y aprender de sus vidas e historias.
  • Decidí que siempre estaría leyendo muchos libros. Ahora siempre llevo un libro bajo el brazo para aprovechar el tiempo mientras espero algo o a alguien.
  • Necesitaba volverme un estudiante de la Palabra de Dios por toda la vida: no solo en mi vida devocional, sino en todo ámbito de la vida, incluso en el trabajo.
  • Necesitaba tomar en serio las palabras y las ideas. Con el paso de los años he alimentado un gran amor por las palabras, sus definiciones, historia y etimología, lo cual me ha sido de mucho placer.


El rumbo de mi vida cambió por completo desde que atendí a la observación de Schaeffer: «No permita que la escuela interfiera en su educación».

¿Qué intentaba trasmitir con esa declaración?

La educación es un proceso de toda la vida. De hecho, no tiene lugar únicamente en el aula, en un período de tiempo estructurado, ni a través de una instrucción formal. La educación puede adquirirse en cualquier lugar, en cualquier momento, en medio de una vida plena, en contextos formales e informales; se encuentra en medio de la creación, de la sociedad, de la cultura y el trabajo. La educación guarda una relación con la trinidad cultural: Verdad, Belleza y Bondad.

En ocasiones, la escolaridad puede convertirse en una barrera que impide a los niños aprender, crecer en sabiduría y entendimiento, educarse en conocimiento y virtud.

Hace poco hice un estudio de las palabras «escolaridad» y «educación» basándome en las definiciones del Diccionario Webster de Inglés Norteamericano, publicado en 1828, y el Online Etymology Dictionary (Diccionario etimológico en línea) [OED]. Los resultados fueron fascinantes y confirmaron la distinción que traza Francis Schaeffer.

Escolaridad

En 1828, Noah Webster definió la escolaridad como «instrucción adquirida en la escuela». La escuela es un lugar donde tiene lugar la instrucción.

Aun más instructiva es la etimología de la palabra «escuela», que el OED define de la siguiente manera:

Escuela, f. [L. schola; Gr. leisure], descanso del trabajo, estudio nocturno en un tiempo libre, lugar donde se disfruta del tiempo de ocio. El adverbio derivado significa estar relajado, a gusto, lentamente, difícilmente, con trabajo arduo o dificultad. Al parecer, esta palabra, que debe de ser derivada del latín, originalmente denotaba ocio, libertad del trabajo, un tiempo dado para los deportes, juegos y ejercicios, que luego pasó a significar un tiempo dedicado a los estudios literarios […].

La escuela es el lugar donde «se disfruta del tiempo de ocio», un lugar donde se está libre del trabajo. Los estudios literarios tienen lugar después de la escolaridad. La idea de «“alumnos que asisten a la escuela” comienza a verse cerca del año 1300, mientras que el sentido de “edificio de escuela” se registra por primera vez en los años 1590».

Educación

Mientras que «escuela» denota la idea de un edificio, «educación» significa la formación de una vida. En el año 1828, Noah Webster definió la educación en los siguientes términos:

  1. [L. educatio.] Crianza como la de un niño, instrucción; formación de los modales. La educación comprende toda instrucción y disciplina que tiene por fin iluminar el entendimiento, corregir el temperamento, formar los modales y hábitos de la juventud, y volver al alumno idóneo para encarar los papeles que desempeñará en el futuro.

Observemos que la educación es una instrucción exhaustiva. Trata tanto con la adquisición del conocimiento como con el perfeccionamiento del carácter y la virtud. A su vez, la combinación de la virtud y el conocimiento conduce a la sabiduría.

El OED data los orígenes de la palabra «educación» en el año 1530 y define su uso como la «crianza» de un niño. El término proviene «directamente del latín educationem (nominativo: educatio), del participio pasado de la raíz educare». Desde el año 1610, la palabra se usó para hacer referencia a «la educación en los códigos sociales y modales; el significado [era] “escolarización y entrenamiento sistemático para el trabajo».

Las palabras «escuela» y «educación» tienen significados muy distintos.

La primera está relacionada con un lugar: un edificio, un lugar de ocio separado del trabajo propiamente dicho y de la preparación de la persona para el trabajo.

La segunda se refiere a un proceso de enseñanza que instruye la mente en el conocimiento y el entendimiento, el corazón en la virtud y la voluntad en la sabiduría. Prepara a las personas para la vida y para el trabajo.

La oposición escuela versus educación marca una distinción necesaria que las palabras modernas han perdido.

No permitamos que la escolarización se interponga en nuestra educación.

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