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Por Darrow Miller • 2020

Este es el post 1 de 2 de la serie “Feminismo de la diferencia”.

Un amigo me envió desde la India un número de artículos en referencia al tema de la relación entre hombre-mujer, para explicar por qué él apoyaba la postura igualitaria (hombres y mujeres son iguales en el ser y también en la función).

Uno de los artículos, “Diferencias entre las posturas Complementaria e Igualitaria”, describía la distinción entre estos dos puntos de vista. Estoy agradecido por esta interacción y he pasado algún tiempo revisando los documentos y trabajando en una respuesta.

En esta respuesta, estoy buscando aportar claridad en vez de que lleguemos a estar de acuerdo. Es una vez que tenemos claridad, cuando podemos ver si el acuerdo es posible. Estar de acuerdo sin claridad, es un acuerdo vacío.

Durante años he estado interesado en este tema. Me ha roto el corazón el trato que mujeres y niñas reciben por todo el mundo. Y es importante que la iglesia se involucre, sin embargo el cómo se involucre también es crucial.

Primero, en un espíritu de apertura, después de años de estudio de la Biblia e intenso debate, he llegado a la conclusión de que la postura complementaria refleja mejor tanto la biología como la revelación bíblica.

 

Trasfondo

Como ya hemos escrito en otros artículos, El Feminismo de Primera Ola (también conocido como Feminismo Maternal) que partió en el siglo XIX y fue hasta la década de 1920, nació de la convicción o la reminiscencia de la cosmovisión bíblica y de la cultura Trinitaria. 

El Feminismo de Segunda Ola (también conocido como Feminismo Moderno) empezó a manifestarse en la década de los 60 como un reto contra la cultura sexista global, enraizada en la mentira de que los hombres son superiores a las mujeres. 

Este sexismo perverso y cruel nace de la cultura pagana. Degrada a las mujeres y destruye a la familia natural.

El feminismo moderno bendijo al mundo al retar a la cultura sexista. Las feministas hicieron lo que la iglesia debería haber hecho; tuvieron la valentía de retar el dominio que esta idea pagana tenía en la cultura.

Pero el feminismo moderno no operaba desde la cosmovisión bíblica que reconoce a hombres y mujeres como iguales y diferentes por la unidad y diversidad de Dios mismo. Más bien, este reto feminista venía de la cosmovisión del modernismo, un sistema que niega cualquier femineidad ni masculinidad trascendente. Argumenta que las únicas diferencias que existen son biológicas.

Ahora, impulsado por el postmodernismo, el feminismo se ha transformado en Feminismo de Tercera Ola, caracterizado por el obrar y el lenguaje de los seguidores de la Justicia Social. 

Al principio del auge del feminismo moderno, en la década de los 70, un grupo promovió lo que fue llamado Feminismo de la Diferencia (también conocido como Feminismo Esencial). Estos feministas reconocen diferencias biológicas y fisiológicas entre hombres y mujeres. Por ejemplo, que las mujeres sean esencialmente más dadas al cuidado y a la crianza que los hombres. Aunque reconocían estas diferencias, estas feministas argumentaban que no se podía hacer un juicio de valor basándose en las diferencias y que, de hecho, ambos géneros tenían el mismo estatus moral como personas. 

Este concepto del feminismo es un puente natural al concepto bíblico de la complementariedad: los hombres y las mujeres son similares en muchas maneras, esencialmente diferentes en otras y, sin embargo, son iguales en dignidad, valor y estatus moral.

 

El Feminismo de la Diferencia perdió el debate.

Si cristianos preocupados por la dignidad de la mujer hubieran participado en la lucha, habrían encontrado aliados naturales en el movimiento del Feminismo de la Diferencia. La marea del feminismo moderno podría haberse transformado en este punto. Pero a medida que el feminismo enraizado en la cultura atea materialista creció en poder e influencia en la década de los 80, el movimiento se dividió en dos ramas: las “feministas de la igualdad” vs. las feministas de la diferencia. Estas últimas perdieron el debate, y el feminismo igualitario se afianzó.

 

El feminismo de la igualdad es un subgrupo del Feminismo de Segunda Ola. Pone su enfoque en las similitudes básicas entre hombres y mujeres. Y su objetivo final es la igualdad e intercambiabilidad de hombres y mujeres en todos los ámbitos de la vida, incluyendo el político y el económico. Querían igualdad de oportunidades en el lugar de trabajo y libertad de los opresivos estereotipos de género. Cuantas más mujeres salieran del hogar y entraran en el lugar de trabajo, mejor.

 

La cultura post moderna, manifestada en el movimiento de la Justicia Social que tendió un puente entre el S.XX y el S.XXI, desafió el razonamiento binario y la realidad y, por lo tanto, la razón y la ciencia en general. Esto marcó la transición del Feminismo de Segunda Ola, que negaba cualquier trascendencia de la masculinidad y la femineidad, al Feminismo de Tercera Ola, que abandonó la biología y la psicología por completo. Descartaron la ciencia, en favor de un mundo irracional e ilusorio que rechazaba las categorías binarias de hombre y mujer, reemplazándolas por una identidad de género andrógina. 

 

La Iglesia y el feminismo

Cuando el Feminismo Maternal emergió, la Iglesia lideraba el camino. Pero más recientemente la Iglesia ha estado en una postura reactiva. Como Iglesia en su momento no confrontamos la cultura sexista pagana, explicando la belleza y maravilla de la Trinidad de Dios. No proclamamos activamente la belleza de la relación binaria en el pacto del matrimonio de hombre y mujer. Los cristianos se unieron al partido al final, cuando el debate entre el Feminismo Esencial y el Feminismo de la Igualdad estaba acabando.

A medida que el feminismo radical retumbaba en la década de los 80, la Iglesia comenzó a examinar la cultura sexista arraigada dentro de ella misma. Mientras la Iglesia se unía al debate, surgió una división entre aquellos que se posicionaron con los Feministas de la Igualdad y aquellos que se unieron, más tarde, con los Feministas de la Diferencia.

 

Mary Prides escribe,

A cada paso, las mujeres cristianas encontraban que sus roles biológicos, económicos y sociales eran considerados inútiles. El ministerio de los hombres, el dinero de los hombres, los edificios y programas de los hombres – éstas eran las áreas que importaban.

En 1984, un grupo de cristianos en Inglaterra formó la organización Hombres, Mujeres y Dios, para abogar por la posición igualitaria dentro la iglesia. Tres años después, en los Estados Unidos, una organización hermana fue fundada: Cristianos por la Igualdad Bíblica. Ese mismo año, en los Estados Unidos, se formó el Consejo sobre la Masculinidad y Feminidad Bíblicas. El CBMW (por sus siglas en Inglés) está básicamente de acuerdo con el movimiento Feminista Esencial/de la Diferencia. Estos Complementarianistas argumentaron que los hombres y las mujeres tienen diferencias esenciales e importantes que se complementan mutuamente, siendo sin embargo iguales en dignidad y honor.

 

Y son los argumentos que estos dos grupos representan, los que abordaremos en el próximo post.

 

  • Darrow Miller
                Traducción por el equipo de @impactspain

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